Publicado por Manuel Marrama el 21-08-18.
Si no hay tormenta, no hay disrupción. Así de simple. No se me ocurre mejor forma para definir una disrupción.
Cuando aparece un verdadero cambio, una verdadera innovación, una verdadera forma de hacer las cosas en un mercado, podemos hablar de disrupción.
No vale cualquier pequeña mejora o innovación. Una disrupción provoca que, al día siguiente de su aparición, el mercado en el que sucede ya esté cambiando como consecuencia de esa tormenta. Jamás será ya como antes.
En ocasiones sacude los cimientos del mercado de forma brusca y en ocasiones lo hace más lentamente. Consecuencia de esa tormenta, el mercado deja de ser como era.
Una disrupción es, una fuerza tan poderosa del mercado contra la que es inútil luchar. Pretender aferrarse a las leyes del pasado, aquellas que servían el día antes de la aparición de la disrupción, es inútil. Ignorar los efectos y mirar para otro lado, es sinónimo de derrota en el mercado. Ejemplos como Kodak, explican muy bien que en un mercado si no te adaptas, simplemente desapareces.
Una disrupción genera incomodidades, igual que las genera una tormenta. Hay que ponerse a cubierto y hacerlo rápido. Hay que adaptarse para seguir adelante en el mercado. Aquellas empresas que no observan y cuestionan constantemente su mercado, tardarán en asumir que ha llegado el momento de moverse y cuando eso suceda, probablemente sea tarde.
Las disrupciones pueden darse, por ejemplo, como un rápido progreso tecnológico, nuevos modelos de negocio, cambios en las expectativas de los clientes, cambios en las formas de comunicarse con clientes, etc.
En ocasiones una disrupción provoca la aparición de un nuevo mercado, inexistente antes de su aparición. Hemos visto muchos ejemplos relacionados con innovaciones tecnológicas y la comunicación. Para muchos, estos cambios son una fuente inagotable de oportunidades de negocio. Para otros, encorsetados en el pasado, suponen frustración, desconexión, insatisfacción y quiebras en sus negocios.
Pongamos por ejemplo un debate de actualidad. ¿Qué sucederá en el sector del taxi? ¿seguirán frustrados, encorsetados en su forma de hacer del pasado? ¿seguirán gritando en los semáforos a los vehículos que con una nueva forma de hacer en el mercado les “roban” los clientes a velocidad de vértigo? ¿serán capaces de adaptarse a la disrupción que hace ya tiempo ha sacudido los cimientos de su mercado?
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